¿Se puede hacer terapia con una inteligencia artificial?

Hoy en día, modelos de IA como ChatGPT ya dan consejos de salud mental. ¿Son fiables? ¿Nuestro siguiente terapeuta será no humano?

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Maria KorneevaGetty Images

    Desde hace unos meses, todo el mundo está hablando de la inteligencia artificial. Viendo las noticias, parecería que en muy poco tiempo este tipo de programas no solo se van a hacer cargo de todo, sino que van a reemplazarnos en multitud de trabajos.

    Los profesores temen que los alumnos hagan sus trabajos utilizando IA y los artistas tiemblan viendo cómo a través de una aplicación como Dall-e, cualquiera puede crear una ilustración o incluso una fotografía realista simplemente pidiéndosela mediante una frase. En casi todas las profesiones, parece que las IA pueden facilitar mucho el trabajo.

    Era cuestión de tiempo que alguien se preguntara también si las IAs pueden o podrán usarse en un futuro cercano para proporcionar servicios de salud mental. Las ventajas que parecen más obvias de esto uso están claras: abarataría y facilitaría mucho este proceso, especialmente en zonas del mundo en las que resulta muy difícil acudir a la consulta de un psicólogo. Pero, ¿es esto posible? ¿Es factible sustituir las habilidades de un profesional por un programa informático? ¿Se perdería algo por el camino?

    Según escribe el profesor Andrew Penn en la revista Psychology Today, aunque los modelos de inteligencia artificial actuales son muy potentes y responden de una forma muy similar a como lo haría una persona real, parece que todavía hay algo que no funciona.

    El autor habla del concepto “valle inquietante”, creado por el japonés Masahiro Mori para describir esa sensación de inquietud, incluso de repugnancia, que sentimos cuando interactuamos con un robot que es muy parecido a un ser humano pero no del todo real.

    Este efecto se ha llegado incluso a estudiar de forma científica. Parece ser que los movimientos antinaturales que hacen los androides hoy en día desencadenarían una actividad en el núcleo subtalámico del observador, un área del cerebro afectada por la enfermedad de Parkinson. Allí se produciría una especie de desconexión entre lo que esperábamos ver (a una persona real) y lo que realmente vemos (un androide). Esta sensación será la base del valle inquietante.

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    10'000 HoursGetty Images

    Pero, según el autor, hay otros aspectos a tener en cuenta en todo este tema. Por ejemplo, ¿quién sería el propietario de la información confidencial que intercambiara un paciente con su terapeuta virtual?

    Y luego lo más fundamental, ¿proporcionará la ayuda que necesitan los pacientes de salud mental? ¿Mejoraría este tratamiento masivo de la información sobre la terapia de salud mental en general? Se dice que el tratamiento de las respuestas de miles de pacientes a los tratamientos de salud mental podría proporcionar mucha información sobre lo que funciona y lo que no en terapia, algo que tradicionalmente ha sido muy complicado de conseguir.

    Penn experta algunas dudas al respecto de todo esto argumentando que parte del impacto de la terapia proviene de la interacción humana entre paciente y profesional y que la neurociencia ha demostrado que los humanos regulamos nuestros sistemas nerviosos a través de la proximidad y de las expresiones faciales. Algo que no se daría en este tipo de tratamientos.

    Como conclusión el autor opina que el fin de los terapeutas humanos no ocurrirá pronto, pero que es posible que ya estemos caminando a que, al menos, sí que sustituyan a los psicoterapeutas en algunos casos. Añade que, en todo caso, estas IAs deberían desarrollarse siempre bajo el estricto control de los profesionales y, finalmente, que, en el futuro, será necesario valorar caso por caso, ya que la terapia de persona a persona será más beneficiosa que la realizada mediante una IA para algunos pacientes.

    Juanjo es experto en cultura y lifestyle, con un foco especial en el impacto que internet y las redes sociales están teniendo en nuestra sociedad y en el mundo.
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